Lo ideal en este tipo de actividad sería poder contar con los mismos niños y niñas durante todo el mes, poder seguir los proyectos de forma continuada en el tiempo para generar un ambiente tranquilo, sin frustración, con paciencia y sin prisas por terminar. Pero no siempre es posible, y aunque muchos participantes han repetido tuvimos nuevas incorporaciones a los que hubo que dedicar su momento de recibimiento. No siempre es fácil para el que llega nuevo hacerse un hueco en grupos ya formados, eso lo hemos vivido, con las penas que supone ver desplazamientos la mayoría de veces injustos y con las situaciones dolorosas que a veces se producen. Precisamente, a través de una performance uno de los grupos nos expresó que los amigos no se obligan: juntaban sus manos y se las pegaban con cinta adhesiva, uno de ellos quería despegarse y el otro no quería. Nadie dijo que la convivencia fuera fácil.

Las performances gustan muchísimo y por eso el lunes invitamos a Joana Mollà a que nos contara su forma de trabajar. Joana nos propuso trabajar con lo que teníamos, observar los materiales con los que disponíamos y comenzar a realizar una acción sin un argumento previo. Como nos había hablado del silencio y del sonido lento que puede provocar el roce de los materiales al desgarrarse, no hizo falta mucho para que un grupo comenzara a rasgar revistas y periódicos generando una montaña de papel. Otros jugaron con las lanas y las telas mientras otros hacían rechinar el cartón rascándolo. Joana nos enseñó un vídeo suyo y nos propuso volver para realizar esa performance en el patio ¡Estamos deseándolo!

Hemos seguido trabajando el retrato, los rasgos y las caras. Vimos varios autorretratos de pintores y retratos de diferentes estilos, desde la figuración del renacimiento hasta los retratos abstractos de Saura pasando por el surrealismo de Frida Kahlo, el cubismo de Picasso, etc. El surrealismo mola. Contamos nuestros sueños pero no obligamos a pintarlos… ni falta que hizo.

En este grupo hubo una persona que nos propuso trabajar la escultura mientras habían otras que se interesaban por el teatro. Había que unir, teatro y escultura y así fue como vinieron los títeres, algo que me estaba temiendo que iba a pasar pero me alegró que viniera de esta forma. Nos documentamos primero, vimos los títeres de Paul Klee y de Joan Miró, las grotescas marionetas inglesas y también las mías. Como en este Laboratori no se tira nada (o casi nada), nos vino muy bien todo el papel que habíamos cortado en la performance, con él trabajamos la pasta de papel y modelamos cabezas. Durante el proceso muchos se han cansado, han decidido dejarlo y continuar después y se han encontrado con las primeras frustraciones pero como lo importante no es el objeto sino el proceso y así lo hemos intentado transmitir, la pena tampoco ha llegado muy lejos. La semana que viene todavía trabajarán, pintarán, coserán la ropa… es posible que muchos se vuelvan a unir y otros incluso repitan, o no.

El teatro les interesa mucho pero solo hay que observar sus juegos para ver que el teatro está presente. Juegan a mil y una historias, vuelan y viajan por países que nunca han visitado, cambian de vestuario con facilidad y los personajes entran y salen de escena sin ser invitados.

Un día fuimos a un parque y seguimos utilizando una forma que tenemos para invitar a crear, se trata simplemente de ofrecer, esperar y observar. Nosotras nos sentamos en un banco mientras los mirábamos jugar. Pusimos una bolsa enorme con rotuladores y otra con libretas pequeñas, no dijimos nada. Al poco rato, uno de ellos se acercó y preguntó si podía coger una, asentimos con la cabeza. Uno a uno comenzaron a llegar y a coger libreta y rotulador. Al poco rato se habían inventado un juego de detectives lleno de intrigas y personajes. El juego es teatro.

Esta semana tuvimos una segunda invitada muy especial, la poeta Pilar Verdú quien nos contó el motivo que le lleva a escribir versos, el reflejo en sus poemas de lo que pasa en su vida, la necesidad que tenemos de expresar emociones y de como la poesía es un instrumento genial para no dejarlas dentro. Un rodillo se convirtió en un bigote, en una corbata y en un pintauñas total. Descubrimos que hay un reino de agua donde el niño y la niña nada no como pez sino como esponja que absorbe la vida. Lo más importante de estas visitas es conocer y descubrir que hay artistas que aunque no trabajen con niños y niñas, y aunque no tengan talleres diseñados para ellos, pueden compartir un ratito de su tiempo tratándolos como lo que son, personas.

En nuestro laboratorio nos hubiera gustado tener más niños mayores. Nos gusta ver como se ayudan entre ellos, como conviven y juegan diferentes edades. En el arte no hay edad, no hay capacidades, todos somos iguales con nuestras diferencias y similitudes. Esperemos que el año que viene se anime alguno más.

Fotos: Teresa Mata